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miércoles, 6 de julio de 2011

El ratoncito Pérez y yo


Había una vez un niño que casi no tenía los dientes de delante, ya que los de arriba estaban rotos, y uno de abajo se lo había partido con un columpio. 

Un día después de cenar oyó un ruido en el suelo, y cuál no sería su sorpresa, cuando se dió cuenta de que era el diente que le quedaba sano que se le había caído solo. Ahora parecía un viejecito, pero no le importó.
Metió el diente en una cajita muy pequeña para que no se le perdiera, y cuando se fué a dormir, lo puso bajo la almohada, bien custodiada por su cabeza que se preocupaba de no mover mucho. En la cajita lo más grande que entraba eran monedas de un euro, asi que como el ratoncito Pérez dió la casualidad de que no tenía suelto, le dejó un billetito pequeño.

Al despertar, el niño se puso muy contento al ver el billetito, y ni que decir tiene que iba a todas partes con él para que no se le perdiera (fué al baño con el billete, desayunó con el billete, hizo los deberes con el billete, vió dibujos con el billete...). 
Al principio no sabía qué hacer con él, pero finalmente decidió emplearlo en comprar dos muñecos articulados, y con lo que le sobró (que fué más de la mitad) quería obsequiar a su mamá, pero ésta le hizo ver que era suyo porque era a él a quién se lo dejó el ratoncito, así que tras mucho pensar, decidió que lo mejor era meter lo que quedaba del billetito en su hucha.


   
Y colorín colorado, el cuento del dientito se ha acabado.